Han sido muchas casualidades las que han hecho que realicemos este viaje, ese viernes, que paráramos en aquella parte del río donde terminamos la travesía y mucha casualidad que nos recogiera quien nos recogió desinteresadamente.
Yo estaba en San Juan en la "Bufalocueva", como ya sabéis, cansado de tanta espera y con el cuerpo pidiéndome movilidad, más aventura y sin freno. Txiki me invitó al "Worknrio" que el mismo organizaba. Este evento, une con armonía el arte, la música y el río. Allí tuve la posibilidad de probar este artilugio por el río Guadalquivir y la verdad que fue una pasada.
Tras proponerme la travesía accedí sin pensármelo y casi con prisa. En un día teníamos todo casi preparado pero por motivo laborales tuvimos que retrasar la salida tres días. Por este retraso, las condiciones meteorológicas ya no serían las mismas... pero me daba igual, quería quemar energía. Para colmo salimos sobre las 7 de la tarde y llegamos a Coria remando de noche. Al otro día una llamada, mas trabajo y Txiki tuvo que salir a casa para mandar unos trabajos... conseguimos salir a las 3 de la tarde y como anteriormente aprovechando la bajada de la marea (el Guadalquivir tiene subida y bajada de marea... yo no lo sabía) La segunda noche la pasamos en un pantalán de isla mayor. Despertamos a las 5 de la madrugada del Domingo y comenzamos a remar de noche por un oscuro río que era precioso a la vez que tétrico. Remamos y remamos dirección Sanlucar y a las 11 de la mañana, después de 6 horas sin pisar suelo y sin parar de remar, se produjo el cambio de marea y a la vez y fuerte viento del sur que hacía inútil cada remada. - ¡Vamos a la derecha! ¡Hay un hombre con un tractor! Vamos a pedirle agua!!-. Quedaban 3 litros de agua para 2 personas y 37 km por hacer de los 90 que era el total. Llegamos a la otra orilla con dificultad, ya que el viento creaba unas olas que daban vida al paisaje e inestabilidad bajo nuestros pies.
Atracamos como pudimos y cuando fui a pedirle agua al señor del tractor, ya se había marchado.
Estábamos en el coto de Doñana y un paisaje llano dedicado al cultivo del arroz, fue testigo de la llegada de estos dos marinero de agua dulce. Pasó un rato y llegó el del tractor y nos dio 1l y medio de agua... una alegría
Una vez "acomodados", tras una siesta y algo de comida decidimos que con esas condiciones adversas, era imposible continuar sin que pasara 4 días hasta que amainara el temporal. Apareció un 4x4 y lo saludé en la distancia. Este se acercó y con su acento cerrado nos preguntó que hacíamos allí. Txiki le preguntó que si nos acercaba a San Juan en su vehículo y este no se lo pensó. Un personaje. Un auténtico personaje "pirata" de río, mezclado con hombre de campo.Simpático y servicial a no poder más. Nos fuimos entre los arrozales en busca de la carretera que nos llevaría a casa. Por el camino nos contó la historia de aquellas tierras y los problemas que tenían ahora con la prohibición de la pesca en el río de la angula o los camarones. Todo, más que interesante. No permitió que le diésemos dinero por la carrera, ni por las "clases de cultura del lugar".
Cuando llegamos a casa de Txiki, este, lo invito a que pasara a tomar algo. En un punto de la conversación y hablando del norte de España nos dice; "Nosotros venimos de familia gallega, aunque me he criado aquí toda la vida, mi primo, primo hermano... mira, se me ponen los vellos de punta cada vez que lo recuerdo, lo mató la ETA de un tiro en la nuca, mi primo era Migue Ángel Blanco... mira... lo vellos de punta..."
Los míos también se me erizaron. Aunque aquello fue en el año 97, lo recuerdo como si fuese ayer y muchos españoles estoy seguro que también. Un chantaje, un pulso que le hizo la ETA al estado y que le rompió el hombro. Largo, grande y ancho es el río, pero pequeño el mundo que lo abarca. Txiki me miró y me dijo.- Cuéntaselo y eso hice. "Yo estoy terminando mi vuelta al mundo en moto por la Paz mundial" Me quité la pulsera "Soy KMS por la Paz" y se la regalé. En el salón se creó un breve silencio en una atmósfera cargada de... ¿resignación? no lo sé. Lo único que sé, es que la última pulsera que me quedaba la lleva este simpático señor.
No llegamos a Sanlucar, lo intentaremos otro día, pero mereció la pena... totalmente.
